Sylvia Plath
Una joya de libro y un clásico imperdible en la literatura feminista. Mientras leía a Plath, a ratos leía mis sentires y mis pe[n]sares. Seleccioné 15 citas que me hicieron un profundo eco, casi cual espejo:
1. "Me sentía sabia y cínica como el infierno."
2. "Me gustaba observar a otras personas en situaciones cruciales."
3. "Me sentía como un agujero en el suelo."
4. "El silencio me deprimía. No era el silencio en sí mismo. Era mi propio silencio."
5. "Debe haber muy pocas cosas que un baño caliente no pueda curar [...]. Siempre que estoy triste hasta morir, o tan nerviosa que no puedo dormir, o enamorada de alguien a quien no veré en una semana, me deprimo, pero solo hasta el punto en que me digo: 'Tomaré un baño caliente'. Medito en el baño. El agua tiene que estar muy caliente, tan caliente que apenas se pueda poner el pie dentro."
6. "Si nunca esperas nada de nadie nunca te decepcionarás."
7. "El problema era que, detestaba la idea de servirle a los hombres de cualquier manera."
8. "De la punta de cada rama, como si de un grueso higo morado se tratara, pendía un maravilloso futuro, [...] Un higo era un marido y un hogar feliz e hijos, y otro higo era una famosa poeta, y otro higo era una brillante profesora, y otro higo era Ee Ge [Esther Greenwood alter ego de Plath], la extraordinaria editora, y otro higo era Europa y África y Sudamérica y otro higo era Constantino y Sócrates y Atila y un montón de otros amantes con nombres raros y excéntricas profesiones [...]. Quería todos y cada uno de ellos, pero elegir uno significaba perder el resto, y mientras estaba ahí sentada, incapaz de decidirme, los higos empezaron a arrugarse y a tornarse negros y, uno por uno, cayeron al suelo, a mis pies".
9. "También recordé a Buddy Willard diciendo en un tono siniestro y malicioso que después de que tuviera hijos me sentiría diferente, ya no querría escribir más poemas. Así que comencé a pensar que tal vez era cierto que casarse y tener hijos era como someterse a un lavado de cerebro, y después una iba por ahí idiotizada como una esclava [...]."
10. "[...] porque donde quiera que estuviera sentada -en la cubierta de un barco o en la terraza de un café en París o en Bangkok- estaría sentada bajo la misma campana de cristal, agitándome en mi propio aire viciado."
11. "[...] pude darme cuenta de que él pensaba que yo estaba loca de atar, porque le dije que creía en el infierno, y que ciertas personas, como yo, tendrían que haber vivido en el infierno antes de morir, para compensar el escaparse de él después de la muerte [...]"
12. "La campana de cristal pendía, suspendida, a unos cuantos pies por encima de mi cabeza. Yo estaba abierta al aire que circulaba."
13. "Era dueña de mí misma."
14. "Para la persona encerrada de la campana de cristal, vacía y detenida como un bebé muerto, el mundo mismo es la pesadilla."
15. "¿Cómo podría yo saber si algún día -en la universidad, en Europa, en algún lugar, en cualquier lugar- la campana de cristal, con sus asfixiantes distorsiones, no volvería a descender?"
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