Como adicta a las anfetaminas,
en mis peores momentos mi mejor medicina;
la mayor fortaleza y razón de muchas tristezas;
en tiempos violentos tu amor siempre fue el más perfecto.
Con la habilidad de ir de lo sublime a la ignominia,
convertiste ésta en tu más honorable insignia.
Dicen que quien ama no recuerda largo tiempo el agravio,
quizá sea por eso que te anidas en mi mente casi a diario.
Y aunque por algún tiempo fui parte de ti,
sé que con el tiempo has logrado olvidarte de mí.
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