top of page

Cicatrices…

Foto del escritor: yaelcayetanoyaelcayetano

Actualizado: 18 abr 2023

Llevo en el cuerpo muchas de ellas.


La primera, aquella marca que al nacer me dio por nombre Yael: mujer fuerte, según el hebreo.


Las de la niñez, esas que surgieron tras los enormes deseos de aprender a andar en bicicleta y marcaron mis rodillas diciéndome, caída tras caída, que el aprendizaje lo valdría. Ahí juntito, descansan también las marcas de los numerosos intentos para aprender a patinar, con unos patines prestados dos veces más grandes que mi pequeño pie; y otras tantas derivadas de la intrepidez infantil.


Está también la cicatriz de la adolescencia, esa que marcó mi abdomen casi por completo a mis escasos dieciséis años. La que surgió luego de que removieran una fibrosis quística que había estado devorando mi energía y anidándose en uno de mis ovarios; esa de la que me avergonzaba y que sigo sin querer mostrar a nadie, a veces ni a mí misma; esa misma cicatriz a la que alguien le hizo el cumplido más grande que pudo recibir al decirme: “Eres como una muñeca cosida por la mitad”.


Con la adultez fueron apareciendo otras, no oculto aquellas cicatrices tan visibles que me ocasioné en un lugar de mil cascadas; aventurándome en lo extremo, rayando en lo mortal.


Adoro aquellas cicatrices que yo misma elegí colocar en mi cuerpo mediante la tinta permanente. La primera: en la espalda, porque no me gusta saberme, verme ni sentirme vulnerable, pero quien la ha mirado y admirado sabe cuánto lo soy. La segunda: abajo y a la izquierda (cerca del corazón) esa que me recuerda la lucha y la resistencia ante la vida, que además reza lo loca [que estoy] por vivir. La tercera: en mi muslo derecho, aquella que me recuerda todos los días, de frente, lo fuerte que soy. La cuarta: en la clavícula izquierda, simplemente porque me reafirma que soy capaz de hacer lo que quiera con mi cuerpo. La quinta: en mi costado derecho, el símbolo de la muerte y la vida y que me recuerda día con día la belleza de ambos. La sexta: en el muslo izquierdo, la que me recuerda más a mí y representa lo salvaje que puedo llegar a ser. La octava: en el antebrazo izquierdo, porque cada que mi puño se levanta, le digo al mundo que tengo un corazón en llamas.


Así, todas y cada una de esas cicatrices se han formado en mí, siendo parte del todo y también de mi sentir.

10 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo
Escisión

Escisión

La chamarra de mezclilla

Hace unos años, cuatro para ser exacta, me encontré con la chamarra de mezclilla más perfecta. Estaba en rebaja y era de una marca que,...

Comentarios


Publicar: Blog2_Post

©2021 por Mi Sitio. Creada con Wix.com

bottom of page