Resulta sorprendente cómo la mente puede seguir trabajando aun estando en un largo sopor. La noche anterior, antes de dormir, vi muchas cosas en los medios, violencia, guerras, feminicidios. Dediqué las últimas horas de mi día a ver una de mis películas favoritas: Amélie. Fue casi verme en un espejo en la escena en la que el novio llega tarde al café en donde se encontraría con ella; en seguida su mente se apodera de todas las posibilidades en el universo y básicamente recrea una película completa del motivo por el cuál demoraba tanto: se encontraba luchando en la guerra de Siria.
Él y yo reímos en complicidad. Después dormimos; recuerdo fragmentos del sueño, los recuerdo perfectamente…
De pronto me encontraba en un cuarto completamente blanco, ahí estaba él, lograba ver solo su espalda desnuda a través de sábanas claras que ondeaban con el suave aire a manera de cortinas; detrás de mí había una cama, con maletas hechas para partir, nos estábamos alistando para salir. El momento era suave y pacífico, a su lado me sentía segura. La calma duró poco, algo estaba por suceder, en el fondo sabía que nos estábamos dirigiendo a una especie de guerra/misión.
Una vez que atravesé el cuarto, apareció otra persona, otro hombre, vestido para la guerra, no recuerdo si portaba arma, pero sabía que teníamos que luchar juntos. Mientras el sueño avanzaba, caía en cuenta que -dentro del mismo- había tenido una especie de visión sobre una conspiración: ahí estábamos dos mujeres y los dos hombres, le refería lo anterior a cada uno al tiempo que respondían haber tenido el mismo sueño, sabíamos lo que teníamos que hacer [sigo sin saber qué] y no hablábamos más…
No recuerdo qué sucedió después, había perdido de vista a los dos hombres. Ahora me encontraba ingresando a una habitación completamente limpia, lisa y oscura, con una ligera luz en el centro que iluminaba una silla de madera y sentada en ella, una mujer –la recuerdo muy guapa-, de aquellas que tienen percha de ser rudas, pero en el fondo son compasivas, vestía de negro, impecable; le contaba acerca de la visión e inmediatamente supe que ella era la cuarta persona con la que tenía que luchar hombro con hombro, le dije emocionada: ¡Claro, tú eres la cuarta! Sonreímos [estoy segura que celebrábamos para nuestros adentros] y ella desde su cómodo lugar lejano en la silla me dijo: estamos vestidas para la guerra.
Desperté.
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