En mi universo las más grandes virtudes, sentimientos, resentimientos y pensamientos se dan cita, para ellas 24 horas son todo un reto. Lidiar con ellas no es fácil, menos cuando todas -o muchas de ellas-, se reúnen y se relevan en un corto periodo de tiempo. Cada una se esfuerza por dominar, por ser la líder, la que controle a todas.
A veces, mi universo conspira con todas las emociones y sentimientos para autosabotearme, cual si fuera una carrera por ver cuál de todas gana. Se preparan para el combate y ahí están presentes muchas de ellas; la ansiedad aparece, con su camiseta verde, con mil pensamientos atravesando su mente a mil por hora y con su porrista número uno: la inseguridad, quien la motiva a pensar: ¿Y si pierdo? ¿Y si alguien se burla de mí? ¿Y si me caigo? Sus propios pensamientos son más rápidos que ella misma.
En el encuentro suele estar también presente la pasión, aquella que siempre da todo por sobresalir en cualquier momento, la que no le teme a nada, la que es inspiración para otras y la que siempre da el pequeño gran impulso de hacer las cosas por convicción; pero últimamente, se ha visto opacada por el miedo, aquel aliado de la ansiedad, aquel que de lejos trata de inhibir a la pasión, pero quien también tiene miedo de perder y de ganar.
La que más cómoda se siente con que cada una de las emociones y sentimientos luchen entre sí, es la zona de confort, quien solo mira de lejos disfrutando la intensidad con la que cada una trata de ganar la carrera, pero ella recostada en su lecho, sin participar directamente, siente que ganará, porque aunque no participe, simplemente no pierde nada.
La ira con su traje rojo, es la más rápida de todas, a menudo suele ganar, tiene un poder mental y emocional impresionante y juega con las mentes de todas, es rápida y genera una revolución en ellas para quedarse por mucho tiempo en el pódium.
La tristeza aparece después, una vez que la ira ganó. Surge como si tuviera que estar siempre detrás de la ira, la acompaña la culpa, quien se la pasa recordándole los errores que cometió, pues de haber buscado antes a la calma o a la felicidad, no habría necesidad de ver a la ira ganar, pero llegaron demasiado tarde. La tristeza calla a la culpa.
Los celos suelen aparecer de pronto, sin saber de dónde, nunca se les advierten llegar, pero no están ahí para ganar, están para alertar a la ira, son sus mejores aliados, una especie de motor para la ira, el impulso para que esta logre su cometido.
Hay días, en los que la tranquilidad, el amor, la calma y la seguridad son las únicas que tienen encuentro en la carrera, aunque más bien no es tal, ellas simplemente son menos competitivas, conviven todas en armonía, se unen para lograr un solo fin, lograr estar en armonía; y constantemente se relevan la una a la otra para lograrlo. En muchas ocasiones ayudan los impulsos y la energía que existen en otro(s) universo(s), más pasivo(s) y que contribuyen con sus propias virtudes, emociones y sentimientos.
Quizá las que habitan en mi propio universo no han caído en cuenta aun del poder que tienen, de lo que podrían lograr si se deciden a alcanzar ese pódium de vez en cuando, de unirse para vencer a la ira, a la ansiedad, a la pasividad, a la tristeza, a la culpa y al miedo; aliarse más seguido a la pasión, quien todo el tiempo está compitiendo, pero que no ha sabido elegir el equipo adecuado, o quizá, por la condición que tiene, se siente cómoda en ambos y llegue incluso a ser una mediadora entre todos.
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